Autor: José Antonio García Trabajo – Psicólogo Colegiado Nº CL-3820 – “Espacio Psistémika, Psicología y Educación®”.
“Cuando trabajaba en mi árbol genealógico, entendí la extraña comunión del destino que me une a mis antepasados. Tuve el fuerte presentimiento de que estaba bajo la influencia de actos y problemas que quedaron incompletos, no resueltos por mis padres, mis abuelos, y mis otros antepasados. Tuve la impresión de que a menudo en la familia hay un Karma impersonal transmitido de padres a hijos. Siempre pensé que tenía que responder preguntas ya hechas a mis antepasados o que tenía que concluir, o continuar los problemas no resueltos previamente.”
G. Jung
Hace un tiempo, a través de Facebook, llegó a mí una sugerente imagen que me invitó a la reflexión. Por supuesto que inmediatamente la compartí con todos mis contactos y amigos. En ella se apreciaba un vaso transparente que contenía agua hasta su mitad y donde, en su parte izquierda se podía leer: “El vaso está completamente lleno. Mitad de agua, mitad de aire”. En la base de la fotografía se concluía: “Acostumbrémonos a ver aquello que no es visible a los ojos”. A los pocos días de recibir este mensaje, me llegó otra imagen. Imagínense una esquina de una habitación frente a la cual flota un cilindro colocado en una perspectiva paralela a las dos paredes y que es iluminado por dos focos situados perpendicularmente a cada una de las dos superficies, de tal forma que proyecta sobre la que tiene enfrente su sombra. El foco que ilumina la base del cilindro proyectaba una sombra totalmente circular en una de las paredes, mientras que el foco que iluminaba la superficie cilíndrica de la figura, proyectaba en la suya un rectángulo. La leyenda, esta vez decía: “Nada es lo que parece, creamos en el mundo que creamos”.
Hasta hace poco, la Biología y la Física han estado al servicio del paradigma surgido a partir del pensamiento de Isaac Newton, el padre de la Física Moderna. Todavía hoy, la idea más común que manejamos de lo que es real y de lo que no lo es, se apoya en la imagen de que el universo está compuesto por elementos independientes y separados unos de otros. Lynne Mctaggart (2007)[1] sostiene que en esencia, esta imagen ha creado una visión del mundo basada en la separación. Newton describió un mundo material en el que las partículas individuales de materia seguían ciertas leyes de movimiento a través del espacio y del tiempo; imaginó un universo mecanicista, como si fuera una gran máquina. Casi al mismo tiempo, el filósofo francés René Descartes formuló su famoso “pienso luego existo“. Esta afirmación implicaba que en el hombre, la mente y el cuerpo son entidades separadas donde la materia que lo conforma, convierte a este último en una máquina bien engrasada dentro de la inmensa máquina del universo. De este modo, el mundo estaba compuesto por una serie de pequeños objetos que se comportaban previsiblemente y el más “disociado” de todos ellos era el ser humano.
Este pensamiento nos separó del universo, nos sacó fuera de él y nos convirtió en meros observadores mentales. Nuestras mentes conscientes pasaron a observar y a explicar lo que acontecía en el exterior de nuestras cabezas, tanto dentro de nuestros cuerpos como fuera de ellos. De este modo nos colocamos por encima del propio universo que estaba separado de algún modo de nosotros mismos. En este sentido, somos, herederos del pensamiento de Descartes y del paradigma mecanicista imaginado por Isaac Newton.
En los inicios del siglo XXI, debido a los constantes descubrimientos científicos y a los avances y nuevas metodologías aplicadas a la Pedagogía y a la Psicología, cada vez con más frecuencia, el paradigma Newtoniano no lograba explicar muchos de los aconteceres y fenómenos que suceden en el universo y en nuestras vidas. Nos estamos percatando de que la mente, nuestro cuerpo y el universo forman parte de un todo, de una red, de una maraña que se entreteje compartiendo información tanto en el plano físico como en el plano emocional. La frase de Descartes quizá se esté transformando y esté transitando por un estadio intermedio: “siento luego existo”, que seguramente nos lleve a otro lugar y a otra premisa que todavía esté por formular.
Bert Hellinger (2008)[2] a través de su pensamiento filosófico introduce una nueva variable sobre la conexión: “Cuerpo-Mente”. Todo lo que es, todo lo que existe fue pensado, pensado por algo mayor que nosotros, por algo más grande al que llama metafóricamente y alejado de cualquier connotación religiosa: “Espíritu” y que está en sintonía con el “Todo”. Este planteamiento quizá venga a compensar el efecto del axioma de Descartes, ya que el enfoque de Bert Hellinger busca conectarnos nuevamente con el universo, con la vida, con esa red que nos entrelaza a los unos con los otros, que nos fusiona con nuestro propio sistema, con lo transgeneracional, con lo biológico y con nuestro mundo emocional. No somos seres aislados pensantes, somos seres que compartimos un mismo campo de información, un pensamiento común, donde la salud de cada uno de nosotros está interconectada con la salud de todos los demás. El cuerpo es la parte tangible donde se manifiesta el pensamiento, que a su vez es un motor creador que se expresa a través de él. La palabra es la fuente generadora que se pone al servicio de la vida. Estar en sintonía con ese “Todo” es estar en sintonía con la vida, es encontrar la vía de conexión entre la mente y el cuerpo, entre el cuerpo y la tierra, entre el pensamiento y los otros.
Fue Albert Einstein quien abrió el camino al nuevo paradigma e imagino un universo donde todo estaba interconectado, donde la red de interrelaciones entre las masas planetarias determinaban que el espacio y el tiempo eran una constante, estrechamente ligada a estos dos parámetros sin que uno tenga sentido sin el otro. Esto ha posibilitado nuevos descubrimientos, una aceleración en los avances tecnológicos y los descubrimientos científicos, a la vez que abrió la posibilidad a que los humanos volviéramos a pensar con el corazón y a sentir con la mente.
[1] MACTAGGART, LYNNE. (2007). El Campo. En busca de la fuerza secreta que mueve el universo. Barcelona. Editorial Sirio.
[2] HELLINGER, BERT. (2008). Seminario en Barcelona.