LA MATERNIDAD.
Te ofrecí mi útero para venir, te regalé abrazos, noches de consuelo para acunar tus desvelos, tu inquietud.
Conmigo también vinieron desafíos, montañas rusas emocionales de las que te nutriste, y a veces hiciste tuyas, sin ni siquiera ni tu ni yo saberlo. Pero siempre es tiempo de tomar conciencia y de soltar. Esa es una gran satisfacción de madre y un descanso para el alma. Hoy día de la madre, me siento feliz cuando veo tu rostro, tu caminar, hoy día de la madre, te veo como hombre y reconozco en ti a tu padre y tus abuelos, siento al ver tu cara de hombre que ya perteneces a la vida, que tienes tus propias pisadas cada vez que sigues tu camino único e incierto.
Pues la vida consiste en abrirnos a lo incierto en cada momento, sabiendo que todo camino nos lleva a un cruce donde podemos elegir de nuevo la dirección que tomar. Y de nuevo otro desafío, de nuevo otros amaneceres y otros atardeceres y nuevos horizontes. Caminarlos, sentirlos, merece siempre la pena, viviendo cada experiencia y dejándola ir, pues cada experiencia es única e irrepetible.
Esta semana escuché esta frase que me hizo eco: “la evolución nunca transita por el mismo camino”. Por lo que como madre, te deseo mucha evolución, mucha consciencia para sacar de cada experiencia ese aprendizaje que te lleve al siguiente paso. Y no hay ningún paso que sea equivocado. Solo son pasos, pasitos o sorpasos. Y cómo dice Serrat, caminante no hay camino, se hace camino al andar. Sabiendo que en el camino, siempre estarás acompañado y yo soy una diminuta compañía comparada con la compañía de la VIDA que te guía por tu trayectoria en el camino.
Tu madre, una mujer común y corriente.
María Jesús Rodríguez Simón
Psicóloga Sistémica – Col. CL3821.